

1) Dormir bien.
Comenzar el día descansado y con energía (y, sobre todo, de buen humor) es el primer paso que debemos dar. Sí, sí, todos tenemos días malos, pero tratemos de que sean la minoría.
Evita los estímulos externos.
Durante el sueño, nuestro cuerpo descansa, repara energías y tejidos. Pero, ¿qué hace nuestro cerebro? Nunca duerme, sigue procesando información (estímulos).
¿Te suena familiar la luz o el sonido del móvil? ¿La lucecita del módem titilando? ¿El despertador? Todos son estímulos directos a nuestro cerebro, que los interpreta como señales e interrumpe nuestros ciclos de sueño.
Por supuesto que actuaremos sobre lo que podemos controlar.